Pasado –Presente –Futuro
De niños se nos enseña este orden temporal, y dicen que merece la pena seguirlo tal cual: pasado, presente y futuro. También nos insisten en que el único lugar donde suceden las cosas es en el medio, el presente. Para mí, hay un inconveniente, y es nuestra incapacidad de visión del momento actual; al menos la perfecta visión que hace falta.
El ahora es como el ojo que no puede verse a sí mismo.
Me sucedió una mañana en un parque. Estaba buscando un lugar donde sentarme en tierra y no mancharme, quería un trozo tupido, verde, sin calvas húmedas. Al segundo “¡allá!” me di cuenta de que cualquier pedazo que se manifestara frondoso en la distancia, iba a transformarse en un suelo desigual en cuanto llegara al punto elegido. Y después de darle un breve crédito a la casualidad, lo entendí todo: la hierba a lo lejos es lisa, y de cerca es abrupta. Improvisé entonces una Teoría del Césped que he trasladado al presente y al futuro, para generar una acoplamiento perfecto entre expectativa y realidad. Pero aviso que para eso hace falta andar y desandar repetidas veces el trayecto, caminar en círculos, regresar al principio creyendo que es el final, y viceversa, para siempre acabar comprobando que, estemos donde estemos, la mirada es más acertada cuando es capaz de hacer una ruta de ida y vuelta.
Así, el césped exuberante (A) es la hierba calva (B). Es lo mismo, aunque no se nos ofrezca así. La única diferencia entre parecer y ser sería el cambio de perspectiva, ni siquiera el paso del tiempo. Por lo tanto, presente y futuro es lo mismo; por lo tanto, el futuro es el presente. De esta manera, si uno vive siendo consciente de que hacer ahora es estar ya allí, se descubrirá actuando más plenamente que nunca, y sobre todo eliminará ese absurdo y pueril lamento por llegar a algún lugar, conseguir algo, ser al fin. Porque cuando nuestro ojo sabe incorporar A felizmente en B sin ninguna queja, surge un prometedor AB, un eficaz BA, o el infalible ABA (verde-jaspeado-verde). Uno puede hacer tantas combinaciones como imagine.
Eso sí, cualquiera que en la distancia nos observara caminar comprobando terreno y distancias una y otra vez, podría pensar que hemos perdido algo. Curiosamente, todo lo contrario: esto ya no me lo quita nadie.
